*Ponencia presentada en el XIII Seminario Internacional Kanata 2023, Cochabamba, Bolivia, el 9 de noviembre.
Por Patricio De Stefani
Con la ciudad ocurre lo mismo que con todas las cosas sometidas a un proceso irremediable de mezcla y contaminación: pierden la expresión de su esencia y lo ambiguo pasa a ocupar el lugar de lo auténtico.
—Walter Benjamin, Einbahnstrasse, 1928
Por algún motivo, la primera imagen que vino a mi mente al pensar en la temática del presente seminario, fue un reportaje acerca de un cibercafé en Tokio donde viven personas de manera casi permanente en un módulo de tan sólo cuatro metros cuadrados. Luego me enteré de que actualmente alrededor de unos cuatro mil japoneses viven en cibercafés de este tipo. Lo que pensé enseguida fue: este es el espacio de vida que normaliza una de las sociedades tecnológicamente más avanzadas del mundo, y que cuenta con medios técnicos de construcción igualmente avanzados.
Ciertamente es una ironía de la historia que a medida que hemos perfeccionado técnicamente nuestros medios de construcción, hemos disminuido dramáticamente la calidad de nuestro entorno construido. A pesar de que se construye mucho más rápido que en el pasado, literalmente hemos olvidado cómo construir adecuadamente. Y a pesar, también, de los impresionantes avances técnicos de los últimos doscientos años; aquello que en el pasado se logró mediante el paciente aprendizaje y perfeccionamiento de muchas generaciones, parece hoy tan lejano como si estuviésemos nuevamente en la edad de piedra. Toda lección histórica, toda experiencia previa, ha sido desechada en nombre del fervor tecnológico. Con una soberbia desmedida, hemos pretendido reinventar todo desde cero.
En esta intervención, me gustaría tratar dos grandes temas que, a mi juicio, constituyen uno de los mayores problemas que se derivan de la dinámica tecnológica en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo. Mi principal propósito es contribuir a contrapesar, tanto el inagotable optimismo que permea las cuestiones tecnológicas, como el paralizante catastrofismo que muchas veces nos impide profundizar en el problema. El primer tema que trataré, tiene que ver con las fuentes y consecuencias de la sostenida crisis del oficio que se desarrolla a partir de fines del siglo XIX, y que se acentúa a nivel mundial hacia mediados del siglo XX. Como un resultado directo de los cambios técnicos del régimen de trabajo en el ámbito de la construcción, esta crisis ha provocado la progresiva desintegración de ambas disciplinas, engendrando una cultura profesional y académica, en términos generales, estancada y fuertemente conservadora –a pesar de sus esfuerzos por mostrarse como lo opuesto. En el segundo tema propondré algunas consideraciones sobre cómo podríamos encaminarnos hacia una reconstrucción de nuestro malogrado oficio en las condiciones actuales. Por motivos de extensión, en esta cuestión me limitaré más bien al campo de la arquitectura, aunque ilustraré estas propuestas con un par de proyectos urbanos recientes, entendiendo que la forma del espacio urbano depende del orden y la disposición de su arquitectura.
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